En el post de hoy «mataré dos pájaros de un tiro», ya que el mismo día estuvimos en los dos restaurantes muy de moda en Oporto: comiendo en Book y cenando en la famosa bodega de Vila Nova de Gaia, Taylors.
En el primero de los restaurantes comimos y como su nombre indica Book, libro, es una librería convertida en restaurante, de lo más original su decoración y su comida tradicional con un toque de modernidad de alta cocina. Acompañado con un vino verde que estaba muy bueno.
Con el aperitivo típico en Portugal, pan y mantequilla empieza la comida, para mi suficiente de cantidad, no es la comida habitual portuguesa de los platos a rebosar.

Carpaccio de ternera con escamas de queso

Bacalao desmigado con patatas

Bizcocho y frutos rojos
Un buen café y a recorrer las calles de Oporto, ¿veremos a Casillas?
Si el restaurante de la comida resultó elegante, ¡qué decir del restaurante de la cena!, Taylors, el lugar donde está ubicado, la vista espectacular, la cena buena y del estilo de los dos días, «cocina de autor». (A mi personalmente me gustó más la comida)
Antes de cenar cogimos un taxi – barco en el embarcadero de Oporto situado en el Barrio de Ribeira, para disfrutar del atardecer en el Río Duero con la preciosa vista del Puente D. Luis I y el precioso barrio de Ribeira al fondo.
Siempre he pensado que las vistas de una ciudad o de un paisaje natural tienen grados de belleza y para mi esta vista es de las más bellas que he visto nunca, en cualquier momento del día y con cualquier luz, solo por esa vista entiendo que sea Patrimonio de la Humanidad.
Al llegar al otro lado del río Duero, ya estamos en Vila Nova de Gaia, lugar donde se encuentran las bodegas que elaboran el famoso vino de Oporto. Allí nos espera nuestro pequeño autobus para llevarnos a una de las más prestigiosas de la ciudad, Taylors, lejos del río pero con unas vistas impresionantes.
Una visita a la bodega para ver el proceso final del vino que ya habíamos visto en sus primeros pasos en el Valle del Duero.
Para mi lo impresionante fue el aperitivo que nos sirvieron en su espectacular terraza, solo por las vistas, ya merecía la pena estar allí.
Íbamos viendo anochecer poco a poco, pero a la vez como Oporto se iluminaba por dentro ¡ME ENCANTA!
Pero la cena empieza y debemos entrar al elegante restaurante de la bodega pegado a la terraza.
Cena acompañada por varios vinos de su bodega, café y licor.
Pero yo no podía irme de allí sin volver a ver la vista (las fotos no hacen para nada justicia a la realidad). Es prácticamente imposible que yo vuelva a ir a este restaurante, así que debo empaparme bien de ese momento…