Unos meses después al ver el calendario, me encanta recordar el día de Navidad. Ese día nos «pusimos festivos» y a disfrutar de Sevilla.
Nuestro hotel Durmiendo en…Hotel San Gil. Sevilla. estaba justo al lado de la Basílica de la Macarena y al lado del Arco de la Macarena.
Me resultó curioso descubrir que la Basílica se construyó en 1949 donde estaba una taberna de barrio que era sede del comité de huelga de la CNT, por eso fue destruida por completo. El barrio de la Macarena formaba parte de Sevilla la Roja. En agosto de 1936 entraron por el arco legionarios del ejercito sublevado, enviados por Queipo de Llano, que tiempo más tarde sería enterrado en el interior de la Basílica. La Historia es importante para conocer un lugar.
Por fuera parece una iglesia más, pero por dentro es increíblemente bonita. Solo tiene una nave con bóveda de cañón con mucha decoración.
Lo que sí es importante es la imagen de la Esperanza Macarena, dentro de un camarín en el altar mayor.
Dicen que su rostro es el más hermoso que se ha hecho en una talla. Desde un perfil se ve una expresión de dolor, pero desde el otro parece sonreír. Es una pena que no se conozca el nombre de su autor, se cree que pertenece a la escuela barroca sevillana.
Lleva en la cabeza una corona de oro y pedrería y en el pecho 5 flores de esmeraldas, regalado por el torero Joselito el Gallo, también lleva la medalla de oro de Sevilla.
La verdad es que es increíblemente bonita, los sevillanos tienen verdadera devoción por esta imagen.
De la Basílica y el barrio de la Macarena callejeamos con café incluido hasta llegar a la Iglesia donde está el famoso también Cristo de los Gitanos.
La cara del Cristo me recordó mucho a Jesús de Medinaceli, (imagen muy venerada en Madrid).
Es inevitable que venga a mi memoria el poema de Antonio Machado «La Saeta»
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
Tenemos el tiempo justo para ver la imagen antes de que cerrase la iglesia.
Nuestro destino antes de comer también fue toda una sorpresa, la Casa de Pilatos.
Se trata de una casa sevillana del siglo XVI, se creía que era una copia del palacio que tenía el gobernador romano (Poncio Pilatos) en Jerusalén.
Es de estilo mudéjar en gran parte, pero también otros estilos como el renacentista o el barroco dejan su huella.
Don Fadrique Enríquez de Ribera gran artífice del palacio viajaba por distintas partes de Europa y estuvo incluso en Jerusalén. De ese viaje se trajo muchos recuerdos entre los que estaban estatuas, objetos y rarezas. De Italia se trajo las ideas del Renacimiento que le sirvieron para renovar su palacio.
Solo podemos visitar la parte de abajo, porque la parte de arriba se visita con guía y no llegamos a tiempo y la próxima ya era por la tarde.
Los azulejos que están en el zócalo del Patio principal del claustro, son preciosos.
Accedemos desde aquí al jardín Chico, la sala del Descanso de los Jueces, la capilla de la Flagelación, son algunos de los lugares que hacen de este palacio especial.
También nos encontramos con el cuadro de José deRibera, «La Mujer Barbuda».
Cualquier rincón del Palacio de Pilatos es fantástico para fotografiar.
Salimos disparados para comer en un restaurante que nos habían recomendado, pero eso lo contaré en una entrada de las de Dando gusto el paladar en…
El día de Navidad después de comer y callejear por las calles de Sevilla, habíamos planeado ir a la Plaza de España.
Fue un acierto ir a la Plaza anocheciendo, ¡estaba preciosa! con las luces…
En la Plaza de España es muy curioso ver como todos los turistas se hacen la foto en la ciudad o provincia de la que son.
Caminando ya de noche hasta el cercano Parque de Mª Luisa para ver las esculturas de las mujeres que representan los distintos estados del amor y la estatua de Bécquer.
«Amor ilusionado», «amor poseído» y «amor perdido». Representan el poema de Bécquer «El amor que pasa»
“Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.
Oigo, flotando en olas de armonías,
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran…¿Qué sucede?
Dime.
–¡Silencio! ¡Es el amor que pasa!”
Una forma muy romántica de terminar el día… y también esta entrada.
Las fotografías y comentarios son de Imagina y Vive Tu Viaje en Sevilla. Navidad 2018.
Que Bonita ciudad
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