Después de recorrer muchos lugares de República Checa, después de dos días en Praga, ¡por fín! nos adentramos en la Ciudad Vieja, en esos sitios que ves a menudo en revistas de viajes, documentales sobre monumentos, ¡por fín! nosotros estamos allí.
Decidimos llegar en tranvía hasta la Plaza de Mala Strana.
¡Por fín el Puente de Carlos IV! Fuimos relativamente pronto, cuando aún no había demasiados turistas y algunos artesanos y músicos se iban colocando en su sitio, como actores en su escenario, en el Puente.
El Puente construido durante el reinado de Carlos IV, conecta la Ciudad Vieja con Malá Strana. Hoy podemos recorrerlo a pie, pero cuando se construyó circulaban carros por él.
Al atravesar la Torre del Puente de Malá Strana parece que nos hemos trasladado a otro momento en el tiempo, recorrerlo es como ir a un museo al aire libre, puedes tardar 1 hora en pasar hasta el otro lado si vas mirando cada estatua, aunque la mayoría de las estatuas son copias. (Para ver las originales hay que ir al Lapidarium. (Museo en las afueras de Praga). Vamos haciendo los rituales que debe hacerse en algunas de las estatuas.
Dedicamos tiempo a fijarnos en los detalles, pintores pintando sus cuadros, escuchar a los músicos que tocan al lado de la Torre del Puente de la Ciudad Vieja ¡Es un lujo para nuestros sentidos!
Realmente es como un museo, y luego además tiene otros muchos detalles que hacen del Puente un lugar único.
Subimos a la Torre del Puente de la Ciudad Vieja, cuya vista también es divina. Con la Praga Card es un poco más barato que si la ves con la entrada normal, 50 coronas checas los adultos y 35 coronas checas los niños.
Ver bajo nuestros pies el Puente con el Castillo al fondo ¡es increíble!
Subes andando, hasta el mirador del tejado donde está la vista bonita. En las otras plantas hay exposiciones temporales.
Ya se puede ver la riada de gente en el Puente y deben ser las 11:30 de la mañana.
Caminamos por la calle Karlova y nos encontramos con una pastelería que hace Trdelnik (hay muchas) con una pinta estupenda, puedes elegirlo relleno de un montón de cosas o solo, el mio era de strudel, ¡delicioso! Si vas a Praga, diría que es un imprescindible.
Justo al lado está el famoso Ta Fantastika. Sacamos entradas para la tarde para ver una obra típica del Teatro Negro de Praga, «Aspects of Alice». Pero esa experiencia la contaré en otra entrada, cuando cuente lo que hicimos esa tarde en Praga.
Así con la vista del Puente, el Trdelnik y nuestras entradas sacadas, llegamos a la maravillosa Plaza Vieja.
Ya sabíamos que la fachada del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja, famoso por ser donde está el reloj astronómico, estaba siendo restaurado, pero por lo menos estaba el hueco justo para ver el reloj. Así que nos quedaremos con las ganas de ver la vista de las torres de Týn.
Cómo siempre hay que ver lo positivo, podemos ver todo lo demás: la capilla y la antigua sala del consejo. El Ayuntamiento se construyó en 1338 por el rey Juan de Luxemburgo, para instituir un consejo municipal. A medida que la ciudad se hacía más grande, se iban añadiendo edificios hasta formar el conjunto de edificios que es hoy.
El reloj astronómico es famoso por sus esferas y por las figuras que se asoman al exterior por unas ventanitas y eso ocurre cada hora en punto. Con la buena suerte de estar nosotros dentro y poder ver desde allí el movimiento.
La leyenda cuenta que fue construido por un relojero, Hanus en 1490, para evitar que volviera a repetir su obra maestra en otro sitio, lo dejaron ciego. Otro relojero, Jan Táborský, mejoró el mecanismo entre 1552 y 1572. Después ha sido reparado varias veces.
Los 12 Apóstoles son los que se van asomando con san Pedro a la cabeza, cada uno con su símbolo representativo. Esto es lo que se ve desde dentro, mientras la gente se agolpa en la plaza para ver la procesión de figuras, con las esferas y las figuras exteriores.
Las figuras que están en la esfera de arriba son: la muerte (a la derecha) tira de la cuerda con la mano derecha y con la izquierda sujeta un reloj de arena que cuando gira, se abren las ventanas de arriba y desfilan los Apóstoles. A su lado está la figura de el Turco, representando a la lujuria. Las figuras de la izquierda de la esfera representan la vanidad y la codicia.
Se supone que el reloj era para reproducir las órbitas del Sol y la Luna, al rededor de la Tierra, no pretendía dar las horas. El color azul representa el día. La aguja que tiene un sol marca las horas. El círculo de fuera tiene los números árabes medievales del 1 al 24. El círculo que tiene números romanos indica el tiempo tal y como hoy se conoce. Aparecen los 12 signos del zodiaco para mostrar el movimiento del Sol y de la Luna.
La esfera de abajo está el calendario de Josef Mánes. Cada medallón representa un mes del año. Las figuras de la derecha son el astrónomo y el cronista. Las figuras de la izquierda son un filósofo y un ángel.
En la parte de arriba del todo hay un gallo que canta cuando la procesión de los Apóstoles termina y el reloj marca la hora. Dicen que si oyes al gallo cantar volverás a Praga. ¡Aún tendré días para oírle cantar!
El Ayuntamiento y su reloj es tan solo una de las cosas que puedes encontrar en la Plaza Vieja. Sus magníficos edificios hacen que nos cueste avanzar hacía el Barrio Judío, que será nuestro siguiente destino, pero antes descubriremos la plaza.
Creo que no se puede pedir más para una mañana en la Ciudad Vieja, solo por esa mañana ya merece la pena viajar a Praga… Y aún nos quedan muchas cosas que descubrir, pero eso ya será en otro momento.
Las fotografías y comentarios son de Imagina y Vive Tu Viaje en Praga. República Checa agosto 2017