Nuestra última tarde alpujarreña nos lleva de Trevélez a Pórtugos, pequeño pueblo muy conocido por su Fuente Agria. Está como a unos 2 km antes de llegar a Pórtugos desde Trevélez. Hay aparcamiento regular, prácticamente en la carretera, pero mucho movimiento de coches, así que aparcamos enseguida los tres coches.
Lo primero que vemos es una pequeña ermita y una señal que nos indica donde debemos llevar nuestras botellas de agua para rellenarlas.
Es una fuente con caños, donde uno de ellos lleva agua sulfatada, con gas y con un olor un poco desagradable… Pero hay que probarla, así que todos como en procesión la probamos. En la botella, no dura mucho la verdad.
También es muy conocido en Pórtugos el Chorreón, está justo al otro lado de la carretera, enfrente de la Fuente Agría. Pero como nosotros vamos con niños y ¡todo debe ser más emocionante!, vemos que hay un pequeño túnel entre el agua anaranjada que nos cruza por debajo la carretera y nos lleva justo donde está la señal del Chorreón. ¡Nos gusta el riesgo! Niños + agua = ¡alguno se moja!
Y eso es, una pared húmeda y anaranjada por donde cae el agua sulfatada, convirtiendo ese lugar en un estudio de fotos, porque todo el mundo quiere hacerse la foto con el mismo fondo y apoyados en la piedra que está ahí como puesta adrede. ¡Nosotros también nos hacemos la foto de familia!
Un sitio, bonito, diferente, ideal para ir con niños y merendar en el merendero.
Cogemos de nuevo el coche para ir a otro pueblecito que también está muy cerca que se llama Pitres.
Pitres junto con otros 6 pueblos, forman LA TAHA. Cuando la UNESCO declaró en 1986 Sierra Nevada Reserva de la Biosfera, La Taha de Pitres fue incluida entre los municipios a los que afectó esta declaración.
En Pitres de nuevo encontramos el «típico estilo alpujarreño» de Bubión, Pampaneira, Capileira, o Trevélez.
Pitres destaca quizá por su Iglesia, muy grande comparada con la de los otros pueblos. (No pudimos entrar porque estaba cerrada).
La Plaza también es muy grande, más que la de los otros pueblos.
Un breve paseo antes de irnos a «nuestro cortijo» para empezar la recogida y celebrar nuestra particular última cena de vacaciones.
Así de sencillo termina nuestro viaje de cuatro días a La Alpujarra, Granada, una desconocida que ya ha pasado a formar parte de nuestra historia, y a la que como nos pasa últimamente con todos los sitios a los que vamos, queremos volver.
En el próximo post recomendaré un libro que me recomendaron para preparar este viaje: » Entre limones»… Ahí lo dejo….