Quizá el día que más esperábamos de todo nuestro a viaje a Milán, era este. Algunos verbalizando todo el tiempo y otros sin confesarlo…
Ver «La Última Cena» de Leonardo da Vinci en el Refectorio de Santa María delle Grazie era un gran sueño.
Vamos en metro desde nuestro hotel Marconi, en este caso nos viene bien coger la línea verde en Gioia, hasta la estación de Cardona FN. Os dejo el plano de Metro de Milán. Como conseguir los billetes y otras informaciones básicas os dejo aquí el enlace.
Cogemos la Via Carducci hasta que enseguida vemos las indicaciones para llegar a la Piazza Santa María delle Grazie número 2.
Y enseguida vamos viendo el ábside de la iglesia del Monasterio Santa María delle Grazzie. Nos aceleramos. Hemos llegado un poco pronto. Es IMPRESCINDIBLE reservar la visita online. Os dejo el enlace de la página oficial cenacolovinciano.
Muchas empresas realizan visita al refectorio con guía, pero son muy caras y vayas con quien vayas, solo entran 33 personas a la vez y solo dura 15 minutos la estancia dentro del refectorio. La entrada normal cuesta 15€ y para los jóvenes de 18 a 25 años sólo cuesta 2€. Tienes con la entrada un código QR para la audioguía, que como quieras escuchar dos veces alguno de los puntos, ya no te da tiempo a oír entero los audios.
Echar un vistazo a la página que os aclarará cualquier duda de cómo conseguir las entradas. ¡Por cierto! las entradas se abren trimestralmente, así que tenéis que tener en cuenta cuándo vais a ir, para estar pendiente de conseguir la entrada….
Como llegamos pronto, entramos a ver la iglesia, que no necesita reserva y se puede ver sin colas y sin entrada. La iglesia se construyó entre 1463 y 1490. Fue diseñada por Guiniforte Solari. Ludovico Sforza «El Moro» el gran señor de Milán quería que fuera mausoleo.
La fachada de ladrillo de Solari y la puerta diseñada por Bramante. En el luneto, la pintura de Leonardo da Vinci, un buen aperitivo…
La entrada se hace a través de una pequeña puerta donde se presentan las entradas y solo se puede ir entrando 15 minutos antes de la hora.
Un Patrimonio de la Humanidad nos espera.
Ludovico encargó a Leonardo una obra de La última cena para el refectorio del Monasterio. Os recomiendo también ver la serie en Amazon Prime de Leonardo. El libro de Christián Gálvez «Matar a Leonardo Da Vinci».
Las 33 personas que vamos a estar los 15 minutos pasamos por una parte del Claustro del Monasterio, hasta llegar a una sala donde hay que esperar un poco para poder pasar al refectorio. Mientras vamos viendo fotos de como se ha ido restaurando el edificio después de distintos acontecimientos..
Leonardo hizo la obra con tempera, no como se hacía los frescos en ese momento. Lo hizo igual que si hubiera pintado en un lienzo, porque decía que los detalles se podían hacer mejor, captar la luz, los gestos…
Lo que pretende Leonardo es plasmar el momento justo en el que Jesús les dice a los apóstoles, «…Uno de vosotros me traicionará». Es capaz de captar el instante de asombro ante las palabras.
Pero Leonardo no pensó en la duración de la imagen en el tiempo. Pared y tempera, no casan bien. Además de que no podía prever todo lo que ha ido ocurriendo en la Historia. Cuando llegó Napoleón se usó la sala como establo. En 1943 fue dañada con los bombardeos de la 2ª Guerra Mundial. La Última cena fue tapada con sacos de arena para intentar protegerla.
Solo puedo decir que era como estar en un sueño, ver La Última Cena como en la imagen de un libro, en el que siempre la había visto…. Esos 15 minutos, hay que exprimirlos y aprovecharlos….
En el extremo opuesto a la Última Cena, los dominicos del monasterio encargaron a Donato Montorfano una Crucifixión. Pero está en plena restauración, así que no pudimos verlo, ni tampoco unos retratos que hizo Leonardo de Ludovico El Moro, de su mujer Betrice y de sus hijos, con su firma y año 1495.
Al salir de la sala, por distintas puertas, hay una pequeña exposición sobre las diferentes restauraciones. ¡Qué pena que una mala restauración, pueda estropear una gran obra para siempre! Eso es lo que ha pasado con La Última Cena de Leonardo da Vinci.
Hay mil historias relacionadas con la obra, novelas, películas, gestos, símbolos…. Los 15 minutos son pocos para admirarla, pero es el tiempo que que consideran los expertos para que el aire que expulsamos, no dañe lo que queda de la obra más famosa del mundo. Aunque yo la verdad, tengo mis dudas…. Con las mascarillas seguro que el daño es menor.
Salimos casi sin palabras y con alguna que otra compra de la tienda. Justo enfrente está la Casa degli Atellani y la Viña de Leonardo.
Ludovico regaló a Leonardo en 1498 una viña en el barrio residencial de Milán, que creó para sus seguidores más leales. Leonardo podía ir desde la viña directamente hasta el refectorio para pintar la Última Cena. La casa Atellani es uno de los pocos edificios que quedan de ese proyecto.
Sacamos las entradas directamente en la taquilla, 10€ por persona con audioguía incluida. Desde la calle podemos ver el acceso que nos lleva a un pequeño patio. Aún viven personas en la casa, por eso hay que ser muy respetuosos en la visita y no se pueden ver todas las estancias. La casa es preciosa.
La audioguía nos explica muy bien el origen de la casa, de las familias que vivían, de los objetos que vemos.
Salimos al jardín de la casa que nos llevará al fondo a las viñas de Leonardo. Podéis leer la historia de la casa y de las viñas en el enlace que os he dejado sobre la casa.
No tenemos más remedio que probar el vino que se hace en la actualidad con las uvas de esas viñas. También hay que tomar un capuccino, en el moderno bar que hay en la zona de taquillas.
Callejeamos un poco, porque muy cerca está nuestra siguiente parada casi obligatoria: comer unos panini en De Santis, uno de los más famosos de Milán. Mientras esperamos que los saquen vamos a una pequeña galería que hay justo enfrente.
Para mí, una de las mejores comidas que hicimos en Milán. El mío de embutido típico milanés, para chuparse los dedos.
Seguimos callejeando, pero ya con el estómago lleno, nos encontramos una iglesia al lado del Museo Arqueológico de la ciudad. No podíamos imaginarnos que por dentro fuera así. ¡Nos dejó con la boca abierta la Iglesia de San Mauricio! En la calle Corso Magenta.
La entrada a la iglesia es gratuita, pero puedes dejar la voluntad. ¡Es verdaderamente preciosa!
De camino a San Ambrosio nos encontramos el monumento al Soldado Caído en el Templo de la Victoria.
San Ambrosio, fue construida entre el 379 y el 386 sobre un cementerio de los primitivos cristianos. En 1492 los Sforza pidieron a Bramante que restructurara la rectoría y el monasterio. En 1943 sufrió serios daños después de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Se conserva en el interior el sepulcro de San Ambrosio.
El atrio es quizá la imagen más conocida de la iglesia. Fue utilizado para que se refugiaran los habitantes de la ciudad, antes que se construyeran las murallas. Los capiteles de las columnas están decorados con historias de la Biblia y con animales fantásticos, simbolizando la lucha entre el bien y el mal. Algunas son del siglo XI.
La pieza más increíble está debajo del púlpito y es el sarcófago de Stilicho del siglo IV. Siempre se había pensado que era la tumba de ese general romano. Ahora después de distintas investigaciones, se cree que podría contener los restos del emperador Graciano.
El altar dorado fue hecho en el siglo IX para guardar los restos de San Ambrosio. El mosaico del ábside es de los siglos IV al VII. Fue restaurado después de los bombardeos de la 2ª Guerra Mundial.
La tumba de San Ambrosio es de gran veneración en Milán, ya que es el patrón de la ciudad.
Desde la iglesia de San Ambrosio nos vamos directos a la Pinacoteca di Brera. Es el día de Nochebuena, y tiene horarios diferentes. Los precios del museo son de 2€ jóvenes entre 18 y 25 años. Entrada general 15€.
El patio nos recibe con la escultura de Napoleón (que ya habíamos visto el día anterior) y con columnas gemelas del siglo XVII.
Tenemos casi dos horas para ver el museo, aunque eso no es suficiente, lo intentamos. Hicimos el recorrido que marcan, íbamos parando en las obras que no nos podíamos perder.
Alguna joyita hay en la pinacoteca. Cristo Yacente de Mantegna (1480), vimos unas obras de Morandi y de Modigliani «dialogando» con clásicos italianos. Una sala con frescos de Luini, muy importante en Milán. También un retrato de Sofonisba Anguissola. Un Picasso «Cabeza de toro». Piero de la Francesca, Caravaggio, Rafael…
Tienen un cuadro de José de Ribera y un cuadro que descubrí este año que me encanta de Francesco Hayez, «El Beso».
Está a punto de terminar un día intenso y lleno de cosas bonitas: la Última cena de Leonardo da Vinci, vino de vides del siglo XV. Hemos comido los mejores panini de Milán. De casualidad hemos descubierto la iglesia de San Mauricio que apenas sale en las guías turísticas. Hemos paseado por la iglesia donde descansan los restos del patrón de la ciudad, San Ambrosio. Terminando la tarde recorriendo las salas de una de las Pinacotecas más importantes de Italia, di Brera….
Pero es Nochebuena y tenemos que ver dónde vamos a cenar….
Si has llegado hasta aquí ¡GRACIAS por leerme hasta el final! Si te ha gustado 👍✍️
Las fotografías y comentarios son de Imagina Y Vive Tu Viaje en Milán, Navidad 2021.