Nuestro último día recorriendo el Valle del Baztán nos lo tomamos con tranquilidad. Queremos ver la Ermita de Belate, también se escribe Velate.
Después de varios aparcamientos que no eran el comienzo de nuestra ruta, dimos con el que sí era. Kilómetro 3 de la NA-1210, Portillo de la Ermita. En el mapa que os dejo hicimos la ruta número 1 de color verde, aunque en vez de circular, hicimos la vuelta por el mismo sitio que habíamos ido, por la parte de arriba que no coincide con el río.
Son 2 km muy sencillos, primero entre bosque, luego un poco más despejado.
Enseguida (unos 20 minutos), vemos el edificio que fue monasterio y al lado la iglesia, que esconde su puerta románica.
El Monasterio de Belate se fundó hacia el año 1160. Aparece por primera vez en la Historia en una bula papal de Alejandro III. Se construyó por el obispado de Pamplona como refugio de peregrinos que hacían el Camino de Santiago, para resguardarse de los bandidos o del mal tiempo en su peregrinaje. Durante años tuvo bastante poder, pero guerras e incendios le llevaron al abandono.
Actualmente quedan en pie un edificio rectangular que pertenecía al monasterio y la iglesia de Santa María de Belate.
La fachada de la iglesia tiene una sola ventana, contrafuertes en los lados y una chimenea que calentaba el edificio, una puerta románica con cinco arquivoltas de arcos ojivales.
El interior lo podemos ver desde la puerta, es un templo de una nave, cañón apuntado con tres arcos.
Iglesia Santa María de Belate
El entorno muy bonito, el río está al lado de la ermita y es muy agradable adentrarse en ese pequeño bosque.
Desde aquí se puede volver por el mismo sitio o continuar al borde del río, que sale de nuevo al Portillo de la Ermita, donde se dejan los coches.
A 1 km de ahí está la Venta de Ultzama, un caserón que se construyó en 1896 por el Ayuntamiento del Valle de Ultzama para acoger a los caminantes que llegaran hasta allí. Lugar ideal para un café observando a los ciervos.
La verdad es que es ideal para comer también y para dormir y alejarte del mundo.
Pero nosotros teníamos reservado comer en el restaurante más famoso de Elizondo, Santxotena…
Las fotografías y comentarios son de Imagina Y Vive Tu Viaje en Belate. Valle del Baztán julio 2020.
La senda del Hornillo, en la zona de Santa María de la Alameda, Comunidad de Madrid, es una de las rutas más conocidas de toda la Comunidad. Gracias a su bonito salto de agua.
Hay varias formas de ver el salto. La fácil que está señalizada y hace todo el mundo de 5Km. Sale del aparcamiento y zona recreativa en el puente del río de la Aceña. Os dejo la foto de la ruta marcada y el código QR con las otras rutas de la zona.
A nosotros, si ya habéis leído alguna otra ruta que hacemos, siempre nos ocurre algo, queremos ver algo mas, nos perdemos…. En fin que siempre hacemos algún que otro kilómetro de más.
En este caso queríamos dejar el coche de Robledondo (para luego, a la vuelta, comer un bocata en el único bar que hay). En la panadería carnicería el amable señor nos indicó como teníamos que coger la ruta y nos dio además folletos con otras rutas de la zona y un mapa grande donde aparecen todas.
Él nos lo explicó fenomenal, pero no sé que pasó al final, terminamos haciendo algo más de 15Km en vez de 7Km (la ruta es de 5, pero nosotros teníamos el coche en el pueblo, os recuerdo).
Tenemos que subir a la parte alta del pueblo. Hasta llegar a una parte donde salen dos caminos.
El señor de la panadería nos dijo que teníamos que pasar el cementerio y dos depósitos de agua.
De momento pensábamos que habíamos cogido bien el camino, pero luego no veíamos ninguna señal al salto del Hornillo. Pero disfrutábamos del camino, del aire libre y de caminar sin mascarilla. (Una maravilla vamos).
De repente encontramos una señal que indicaba la senda del Hornillo, cuando digo una es una, la única señal. El panadero me había dicho que veríamos dos saltos. Y el que nos encontramos no se correspondía con las fotos que habíamos visto y además el camino desapareció.
Intentamos llegar hasta ese salto, cruzando un pequeño arrollo, pero llegamos a una zona con piedras y entendimos que ese no era el camino para el salto que buscábamos.
Como nuestro GPS marcaba otro camino, retrocedimos un poco para coger la ruta que intentábamos seguir (la de un señor que debía saber perfectamente por dónde iba.
Llegamos a una pequeña cima, donde se veía una bonita vista del Embalse de la Aceña. Vimos a un grupito de senderistas que parecía que sabían donde iban, así que les seguimos. Una pequeña subidita y nos metemos en un bosque, cogemos el camino de arriba que nos lleva solo a oír el agua del salto (el mismo que habíamos visto antes por el otro lado). Volvimos a retroceder en el bosque para coger un segundo camino que habíamos dejado a la derecha, pero nada de salto diferente.
Un poco desastre las indicaciones, NO HAY. Otro grupito de caminantes están como nosotros, perdidos, queriendo encontrar el salto del Hornillo.
Pero que sepáis que llegamos al primer salto desde el lugar donde podíamos verlo de cerca y también está en un enclave muy bonito.
Decidimos salir del bosque y alguna que otra curva, subida y bajada, volvimos a la zona donde se veía el embalse y seguir la dirección de nuestro guía virtual.
A cabezotas nos no gana nadie, así que si o si teníamos que encontrar el salto aunque nos llevase más tiempo.
Así llegamos a la pequeña cima que hacen todos los senderistas que van al salto del Hornillo, pero después de ver el salto. Eso significa que nosotros haríamos el camino al revés, en este caso nos beneficia, ¡es todo bajada! y con señales, porque ya estamos en la ruta de los 5km que hace todo el mundo.
Al bajar hay que atravesar un pequeño arrollo (este un poco más grande que el de antes) y no para de pasar gente que quiere hacer la subida que nosotros bajamos.
Cogemos una senda donde en pocos metros llegaremos al esperado salto…. Aquí tenemos que ir con mascarilla, porque hay muchas personas y la senda no es muy ancha.
¡Por fin, el salto del Hornillo!
Tengo que deciros que no me decepcionó. Pensé ¡qué lugares tan bonitos tiene la Comunidad de Madrid y que poco los conocemos!
Como estamos haciendo el camino al revés, ahora vamos directos al aparcamiento y al área recreativa.
Os recuerdo que nosotros tenemos el coche en Robledondo, lo que significa que aquí solo hacemos una parada técnica para beber un poco y terminar la ruta y ahora tenemos una buena subida hasta que lleguemos a la altura en la que está Robledondo.
Si queréis hacer esta ruta y dejar el coche en este aparcamiento, ir temprano, que aunque hay varias zonas para aparcar, se llena enseguida y vimos muchos coches en los laterales de la carretera. También por caminar un poco solos, sin que parezca una romería. De este aparcamiento a Robledondo no sube nadie, porque es una subida que no tiene mucho alicientes, así que por lo menos podemos quitarnos la mascarilla de nuevo.
Salimos a un desvío que habíamos visto muy cerca del cementerio. Un solo deseo tenemos ya y es que nos podamos comer un bocata en el único bar de Robledondo. ¡Lo conseguimos! Ruta completada.
En esta foto que os pongo sale la ruta que hicimos a falta del final, (se nos acabó la batería del GPS) pero que ya os he contado que fue la vuelta a Robledondo.
Os animo a que descubráis los maravillosos pequeños rincones que tenemos en Madrid. A veces nos vamos a recorrer el mundo y no vemos lo que está muy cerca.
Las fotografías y comentarios son de Imagina Y Vive Tu Viaje en la senda del Hornillo, Madrid. Febrero 2021.
En la montaña los madrugones siempre son «importantes».La ruta de hoy es al Ibón de Piedrafita.
La ruta comienza en Piedrafita de Jaca, un pequeño pueblo montañero.
Lo bueno de llevar guía de montaña, es que te dejas llevar y vas confiado sin el miedo a perderse en la montaña. Se tiene que subir como si fueras al Parque Faunístico de La Cuniacha, con animales (parecido a Cabarceno) ideal para hacerlo con niños pequeños.
Una subida intensa, pero ¡se puede! Un bosque de hayas ¡precioso! el Bosque del Betato.
Al salir del bosque, se llega a un raso (me recordó a Bujaruelo (valle que está al lado de Ordesa) pequeños caminitos y arroyos hacen la caminata muy agradable.
Una colina muy pequeña y ahí está el Ibón, debajo de esa espectacular montaña.
No puedo dejar de mirar, cada foto que hago me parece que saca un detalle diferente.
Una fruta mientras disfrutamos de la vista y comenzamos a bajar, mirándonos desde el cielo gris un buitre leonado y un quebrantahuesos, recordándonos que este es su territorio.
Con unas gotas de lluvia, la bajada también nos parece preciosa entre bojs.
Cambio de botas por zapatillas y una cervecita hacen que tengamos hambre. Un buen lugar para comer en Piedrafita es el Refugio del Telera, un buen menú por 10€ y unos camareros encantadores, terminaron invitándonos al café, dijeron que por nuestra paciencia, pero yo creo que lo hicieron por lo pesados que fuimos. El flan de requesón y la tarta de queso, para recomendar desde luego.
Después con la panza llena, nos vamos a la Ermita de Santa Elena, encima de una montaña y con una cascada justo debajo, impresionante para la vista y el camino muy fácil (después del que habíamos hecho por la mañana), al ser pista, fácil para hacerlo con niños.
Y aquí encontramos nuestro segundo «geocaching» de las vacaciones. Fue divertido encontrarlo, se nos resistió un poquito…
La cascada inundaba todo el camino y no pudimos recorrer todo el mirador, pero muy bonito.
Para terminar la rutita bajamos al Dolmen de Santa Elena, donde nos esperaba otro «tesoro» que también encontramos.
Recorriendo la preciosa carretera que lleva a Hoz de Jaca por el pueblo del Pueyo, se llega a ver un bonito mirador que han construido sobre una plataforma «en el vacío» que llaman «jaula». Se ve todo el valle y el Embalse de Búbal.
Volvemos a Formigal, el Hotel NieveSol es nuestro hotel y está bastante bien para alojarse, una buena ducha, una mejor cerveza, una cena sencilla, una partida de cartas y a reponer fuerzas del intenso día.